El Temblor de 1912
En la mañana del martes 19 de Noviembre de 1912, en Temascalcingo, un violento terremoto destruyó gran parte de las casas, iglesias, y edificios públicos, los portales de los Mercaderes y el de Guadalupe.
El sismo abarcó una área de 800km² que incluyó al pueblo de Acambay, Jocotitlán, Timilpan, Atlacomulco, Aculco, etc, Acambay resultó completamente arrasado. El terremoto fue el número 45 de los 122 que se tienen registrados en México desde 1475 hasta el 1 de mayo de 2012. Nadie podía imaginar que allí, en ese pequeño poblado, hubiese sido el epicentro de uno de los dos terremotos más peligrosos que han sucedido en México, por su poca profundidad. Desde ese año se comenzó a sentir un sabor a tragedia con las noticias
llegadas de otras partes. El 7 de junio de 1911, un terremoto
de 7.8 grados
asoló a la ciudad de México y a Ciudad Guzmán, Jalisco, que dejó un saldo de
40 muertos y 16 heridos.
A las 23:08 horas del lunes 18 de noviembre, cuando la noche ya cubría con su
manto campos y poblados, un temblor de regular intensidad hizo
despertar a la mayor parte de los habitantes. Algunas personas ya no pudieron
conciliar el sueño a causa del temor y la angustia, pues en abril pasado apenas
habían sentido otro sacudimiento.
Al día siguiente, pasadas las seis de la mañana, cuando la mayor parte de la
gente se incorporó a sus labores, se comentó lo sucedido. La sacudida de tierra fue
el tema de conversación en los molinos de nixtamal, las tiendas y otros comercios,
pero lejos estaban de pensar que minutos más tarde vendría la gran tragedia.
Era martes. El frío del otoño “calaba hasta los huesos”, pero ese no era
motivo para que los fieles no fuesen a la misa o se incorporaran a sus labores
del campo o del comercio. A las siete en punto de la mañana de aquel 19 de
noviembre de 1912, el campanero había dado la tercera llamada comenzado la misa. Todo transcurría normal. A las siete horas,
18 minutos y 17 segundos, el sacerdote terminaba la misa (otros que el evangelio) cuando, de pronto, fue interrumpido por un inusitado ladrido
de perros seguido del movimiento de la tierra. En medio de aquel espantoso
pánico, primero se escucharon gritos de alerta:
¡Está temblando!, después, en cuestión de segundos, mientras
unos trataban de salir, otros rezaban y pedían a Dios que cesara aquel momento.
Seguido de un crujir de muros, comenzaron a caer pedazos de techumbre,
hasta que todo quedó bajo la bóveda celeste. Unos lloraban, otros rezaban y
muchos emitían quejidos y gritos de dolor e impotencia por la tragedia.
Las primeras ondas del macrosismo fueron captadas en el observatorio de Tacubaya a las 7:18 de ese día. Su dirección era norte-sur y se transmitía a una velocidad de 10m/s (36km/h). Hasta alcanzar el grado IX en la escala de Mercali (Muy Destructivo), y una duración de menos de seis segundos con ruido simultáneo semejante al trueno de una tempestad lejana. Hubo 302 casas destruidas, decenas de heridos y un saldo de 20 muertos; durante los seis meses siguientes se presentaron movimientos telúricos. De las montañas se desprendieron rocas, entre ellas la que se encuentra en el barrio de El Puente, que tiene una inscripción recordando tal suceso. No menos aterrador se sintió fuera de la iglesia. Quienes estaban en las
labores del campo comentaron que después de sentir que la tierra se movía,
se oyó un estruendoso ruido seguido de una gran nube de polvo que cubría al
pueblo. Cientos de personas, hombres, mujeres y niños murieron aplastados en
sus propias casas y camas, no les dio tiempo de salir de sus hogares; algunos,
incluso, ni se dieron cuenta, simplemente les llegó la muerte. En Temascalcingo fueron pocos.
La gente se organizó para levantar los escombros y sus casas
poco a poco.
De heroicos anónimos podríamos calificar a aquellos hombres que, en
forma callada y sin más interés que el que despierta el sentimiento de solidaridad, llegaron con sublime humildad para ofrecer agua, tortillas, quelites,
habas, atole y cuanto estaba a su alcance para dar de comer a los paisanos en
desgracia. De aquí se desprende ATA (Atlacomulco - Temascalcingo - Acambay) ya que el apoyo de estas comunidades vecinas fue importante para lograr salir adelante de esta catástrofe, además debido a la nula ayuda del gobierno Federal y Estatal. Unas semanas más tarde llegó la ayuda de donde jamás alguien pudiera haberlo esperado en aquel tiempo: las embajadas de Alemania y Austria. Gracias a el pueblo minero de El Oro, donde se encontraba un corresponsal de El Imparcial es que podemos leer las siguientes noticias al respecto, en la edición del 20 de noviembre escribió:
"En Jocotitlán se desplomó la iglesia; en Polotitlán se desplomaron los terceros cuerpos de las torres de la iglesia. En Acambay sólo quedaron ruinas. El epifoco del terremoto fue Acambay. De los informes recibidos hasta hoy se desprende que Acambay, población perteneciente al distrito de El Oro, es la que más ha sufrido en el terremoto, pues no quedó una casa en pie, habiéndose derrumbado la iglesia. No hay más sobrevivientes que los que prestan auxilio. También desapareció el poblado de Tixmadejé, perteneciente a Acambay, donde se abrieron grandes grietas. Los caminos hacia Temascalcingo, Atlacomulco y El Oro están destruidos. El templo católico, los edificios públicos, las casas de buena construcción y hasta las chozas más humildes se desplomaron. La catástrofe se extendió a toda la municipalidad y también desapareció por completo el pueblo de Tixmadejé, tanto en los caminos y campos de Temascalcingo y Acambay se han abierto enormes grietas."
El Imparcial
del 29 de noviembre daba cuenta del relato de un sobreviviente de Acambay:
"Sólo se escuchó un ruido brutal, seco y rápido. Por todos lados se escuchaban
lamentos y chillidos de dolor de niños y madres. Los que sobrevivieron querían
hacer hoyos en el piso y los escombros para sacar a sus familiares, y otros lo
hacían para enterrar a sus familiares. A lo lejos, en el valle y por todos lados, hasta
en las peñas, sólo se veía polvo. Fue un movimiento tan fuerte que tal parece que
se había levantado el suelo, cayendo bruscamente por lo que sólo se salvaron
los que habían salido temprano a las labores del campo. En donde más muertos
hubo fue en la iglesia, los cadáveres que hasta ayer fueron extraídos eran 116 y
quedan todavía muchos entre los escombros"
Redactado por una
religiosa de Temascalcingo en letra manuscrita con el encabezado
“sucesos notables” se puede leer:
“El 19 de noviembre
de 1912 al terminar la santa misa con la bendición de su divina majestad
se sintió una fuerte sacudida que derribó la mayor parte de las casas
del pueblo, escapándose milagrosamente la del colegio que únicamente
sufrió algunas cuarteaduras y el derrumbe de la mitad de la pared del
dormitorio de las internas. Como los movimientos subterráneos no
cesaban, se determinó que saliéramos del colegio a fin de evitar las
desgracias que pudieran suceder, el padre Felipe aún revestido con los
ornamentos sagrados, conducía a su divina majestad, seguido de la
numerosa formación de alumnas internas y externas que a pesar de las
amenazas subterráneas iban con el mayor orden, sin abandonar ninguna su
lugar correspondiente.
En el momento de la salida, una multitud de gente
se encontraba en la plaza pública lamentando el terrible suceso,
hombres, mujeres y niños con rostros desencajados clamaban misericordia,
pues creían que había llegado el último día de su existencia. En
procesión, recorrimos las principales calles de la población, donde
pudimos ver los estragos causados por el terrible terremoto. La multitud
nos seguía rezando fervorosas oraciones y entablando cánticos de
penitencia. Volvimos a la plaza donde se había arreglado un altarcito
debajo de dos árboles para el santísimo, dónde nos dimos cuenta de las
desgracias personales que se sucedieron y cómo los temblores seguían
sucediéndose cada cinco minutos, resolvió el padre Felipe llevarnos a un
lugar seguro dónde no hubiera peligro de derrumbes.
Entonces se dio
cuenta que había dejado en el sagrario de la capilla del colegio la
custodia, cuyo relicario contenía aún la sagrada forma de las
exposiciones y no sabiendo qué hacer, la denotada superiora señorita
Elisa Pérez, con su acostumbrada presencia de ánimo y acompañada de dos
niñas se dirigió al colegio, sacó el precioso tesoro y las niñas con dos
candelabros con velas encendidas salieron en compañía de la madre. En
medio de la multitud iba el padre Felipe con el copón y después la madre
Elisa con la custodia, las alumnas no abandonaron sus filas, la gente
lloraba a sus muertos de una manera desgarradora.
Por fin, llegamos a
los jardines Alameda de los señores Chaparro donde estuvimos todos
rodeados del amo sin acordarnos que teníamos que tomar algún alimento.
Como a las 10 de la mañana supimos definitivamente que habían perdido la
vida 17 personas y algunas habían quedado heridas, como a las 11:00
a.m., habíamos recibido la noticia de que el pueblo de Acambay había
quedado destruido completamente, habiendo quedado bajo los escombros más
de 60 personas quedando gravemente heridas cerca de 170. Noticia
desgarradora para las alumnas que por nacimiento eran de ese pueblo y
que tuvimos que lamentar la pérdida de algunos miembros de nuestra
familia.
Tres días pasamos habitando en una especie de tienda de campaña
durmiendo entre paja, comiendo lo que buenamente se encontraban
nuestras maestras, hasta que determinaron llevarnos a la casa central de
Tacuba en donde estuvimos algunos meses. Los temblores seguirán
repitiéndose con demasiada frecuencia y cuando calmaron un poco se
determinó que las maestras regresarán de Tacuba, pues ya se les había
preparado en el patio grande unas habitaciones de madera para que sin
peligro establecieran el nuevo curso. Algunos años permanecieron esas
habitaciones y cuando desaparecieron por completo los temblores
resolvieron a habitar las antiguas que ya habían sido reformadas”
También se guardo registro de este sismo y varios más en un documento fechado Abril 25 de 1913, en Acambay firmado por Sabino Arcos, en el se menciona que el domingo 13 del actual (1913) sucedió un terremoto que derrumbó casas, portal y el resto de la iglesia que quedaba, cuarteando de nuevo el Colegio que estaba ya reparado.
Temblores registrados en el Pueblo de Temascalcingo desde el día 27 de Enero de 1913:
Enero 27.- A las 10.30am 2 temblores trepidatorios, seguidos de poca intensidad con ruidos subterráneos.
Enero 28.- A las 7.17 temblor trepidatorio fortísimo, con grandes ruidos, duración de 2 segundos.
Enero 29.- A las 2pm temblor de poca intensidad de 2 segundos.
Febrero 2.- A las 9.30am temblor oscilatorio de N a S de poca intensidad.
Febrero 3.- A las 10pm temblor oscilatorio de E a O de poca intensidad 10seg.
Febrero 4.- A las 9.45pm temblor trepidatorio poca intensidad, 2 segundos.
Aquí hubo interrupción por extravío de apuntes; pero los expertos aseguran que en todo este tiempo no cesaron de registrarse temblores cada 4 o 5 días y con seguridad los días martes, es decir, cada ocho días del primer temblor, teniendo en consideración que este tuvo lugar el día martes 19 de Noviembre. Últimamente se ha notado un cambio consistente en que regularmente hay temblores los días domingos, algunas veces se oyen fuertes detonaciones secas; otras acompañadas de temblores y otras veces solo ruidos subterráneos. Los temblores que se sienten aquí se ha notado no se sienten en Acambay y vice-versa.
El más destacado de estos apuntes es el del día 13 de Abril, a las 10.40am temblor trepidatorio muy fuerte con detonación subterránea, muy fuerte también, duración de 4 segundos, este temblor ha sido de los más fuertes después del primero, este además no se sintió en Acambay. El día siguiente a las 10pm sucedió un fuerte temblor en Acambay que no se sintió en Temascalcingo. En abril 22 ocurrieron 3 sismos en un mismo día entre 8pm y 9.30pm, siendo el segundo el más fuerte de los tres. Desde el día 22 de abril no se sintió ningún temblor, Temascalcingo, Abril 29 de 1913, Onésimo Chimal. Sabino Arcos habla únicamente de 144 muertes, 68 correspondientes a
hombres y 76 a mujeres, información relevante encontrada en un documento
fechado el 25 de abril de 1913. Otro documento similar lo signa Onésimo
Chimal, con relación a los daños causados por el terremoto en el pueblo de
Temascalcingo. Describe que sólo hubo 20 difuntos consignados en las actas
del Registro Civil. Más daños que los causados por el propio terremoto fueron el moral y
el psicológico. Acambay justificaba su temor por la destrucción, pero no así
Temascalcingo, Timilpan, Atlacomulco y sus respectivas comunidades, donde
por el temor de las terroríficas versiones de catástrofes que se propagaban, aun
teniendo sus casas con leves cuarteaduras, los pobladores durmieron a la intemperie durante muchas semanas y fueron presas de todo tipo de enfermedades
causadas por las inclemencias del invierno.
1-Archivo Histórico de Acambay
2-Colegio "María Salomé Chaparro"
3-Lerm , J. y Ishizawa , O. Estimación de la peligrosidad de la ruptura de uno de los sistemas de fallas del graben de Acambay, Congreso Chileno de Sismología
4-Suter, M., M. Carrillo Martinez, O. Quintero Legorreta. (1996). Macroseismic study of shallow earthquakes in the central and eastern parts of the Trans Mexican Volcanic Betl, México. Abril 2014, de Bulletin of the Seismological Society of America Sitio web: www.seismosoc.org/publications/bssa/
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